Lagos y montañas camino al fin del mundo
En el sur del país se extiende una tierra mítica: tan extensa que parece infinita, escasamente poblada y dueña de una belleza inigualable. Recorrida por los vientos y habitada por bosques milenarios, la Patagonia es mágica.
La Patagonia argentina comienza en la inmensa llanura de la provincia de La Pampa, tierra de gauchos, y se extiende hacia el sur del continente, abarcando las provincias de Río Negro, Neuquén, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Enmarcada por la Cordillera de los Andes, una cautivante comarca de lagos, bosques y pintorescos poblados se distribuye a lo largo de las provincias del Neuquén, Río Negro y Chubut. Aquí, las tradiciones de los pueblos originarios mapuches conviven con las de los inmigrantes europeos que llegaron entre los siglos XIX y XX. Más al sur, en Santa Cruz, los glaciares dominan el paisaje y son Patrimonio de la Humanidad. Lo mismo que la Cueva de las Manos, testimonio de los hombres que antiguamente habitaron estas tierras.
También la Patagonia tiene extensas costas en las que se puede avistar una variada fauna marina. En la provincia del Chubut, la Península Valdés es un sitio ideal para ver a la ballena franca austral junto a lobos y elefantes marinos, orcas, delfines y una gran diversidad de aves. Esta singularidad la ha convertido en Patrimonio de la Humanidad. Y en la isla de Tierra del Fuego, en el confín más austral del país, se palpita el encanto del fin del mundo.
Patagonia ofrece distintas opciones para el relax y el cuidado de la salud. La más destacada es el centro termal de Copahue, a los pies del volcán homónimo, en el norte de la provincia del Neuquén. Sus aguas termales de propiedades mineromedicinales, sus vapores terapéuticos, fangos y algas tienen características únicas en el mundo. Su ubicación, en plena Cordillera de los Andes, hace que el complejo funcione sólo durante el verano, ofreciendo una experiencia de absoluto bienestar.